El día 3 de mayo, se celebra el Día Internacional de la Libertad de Expresión y Prensa, en respaldo y reconocimiento de los muchos que luchan en defensa de un derecho humano fundamental, salvaguarda de las libertades cívicas propias de una democracia. En los últimos doce meses se han perpetrado agresiones, arrestos, encarcelamientos, allanamientos, amenazas, ataques físicos, asesinatos y ejecuciones, contra centenares de periodistas a través del mundo. (Cuba, China, Venezuela, etc.) En una época caracterizada por la violencia y los conflictos, puede parecer casi natural que los periodistas sufran agresiones, como ocurre cada día a decenas de miles de personas. Pero la diferencia está en que junto a los usuales riesgos que corre la gente en el curso del tiempo, los medios y los periodistas son el blanco de la brutalidad para amordazar a los que cuentan las cosas e informan sobre transgresiones y violaciones a la ley. Literalmente, se trata de cortar la cabeza o arrancar la lengua al mensajero, como hacían los reyes asirios hace tres mil años. La fecha fue instituida para recordar a los lectores, radioescuchas y espectadores de televisión del mundo entero, que “la libertad de expresión es la SUYA PROPIA”, no sólo la de un gremio o de los periódicos, revistas, difusoras y empresas que se dedican a propagar mensajes e ideas. Bien se sabe que el grado de libertad e independencia del que gozan los órganos noticiosos en un país coincide con la mayor o menor medida de democracia y de libertad personal existente allí. En las dictaduras este derecho básico se limita o se anula, como sucede en la Cuba comunista o Corea del Norte, donde todos los medios de difusión son propiedad del régimen.
Aprender desde la infancia.
Hace 15 años
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